Invitación a perder, más fácilmente, la esperanza
Hay una relación despiadada  
entre guardar esperanza
y mostrarse desnudo.
 
Pasar las horas con el corazón chuchurrido,
pájaro en una madriguera abstrusa.
 
La ansiedad te pone un oído sordo,
otro vivo
y vaporosos los ojos.
 
Porque la esperanza
hace las horas volver un poco atrás,
pero no tanto para que regresen
los meses y los ojos intensos,
las siestas de invierno
y la ilusión sensual y esquiva
de un futuro amarillo y cordial,
ahora escurrido y felón, venal, infiel.
 
Me vi tan triste que estuve
a punto de echarme amargamente a escribir.
 
Es una suerte que esto pase en primavera
cuando es más fácil perder la esperanza,
cuando la realidad es más ilusoria que el recuerdo
y la exhibición y la desnudez entran
con el calor, 
con la arena y el sol
picando la piel
hasta desarropar también
el corazón.