Saben?
La extraño mucho ahora,
esta mañana tibia
de domingo de otoño.

Extraño enamorarme
de la sombra medio fiera
de su perfil enmarañado,
cuando miraba el horizonte sucio
o las luces maniáticas
de la noche porteña.

La noche que nos buscaba afuera
con sirenas y músicas,
y ella miraba desde
nuestra madriguera,
con sus ojitos delatando al temblar
la serenidad fingida
de su cabecita
medio adolescente,
medio mayor.

Extraño las imágenes de chucho
con que describe cosas triviales,
y las palabras cortas, duras,
con que imagina su futuro,
no sus ideales, como creí al principio,
sino tu sabroso futuro.

Extraño su futuro intenso,
que imagino compartir,
aunque no será así.

Extraño su niña cercenada
dentro y fuera, sobreviviente.
En eso también nos parecíamos.

Extraño escondernos en hoteles antiguos del centro,
y el desayuno
de las mañanas tibias
de domingo de otoño
en el bufé.

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